DESPOTRICANDO (IV): ENSEÑANDO IGUALDAD

Soy de los que pienso que los valores se aprenden y se maman desde pequeño, cuando eres una esponja, y en ellos no sólo influyen los padres, sino todo tu entorno. También los maestros que, a esa edad, pasaron mucho más tiempo contigo del que recuerdas.

Yo me acuerdo especialmente de uno que me «enseñó» durante tres años.

Claro que hubo cosas buenas, pero también malas. Solo que no te das cuentas de las malas hasta mucho después.

En concreto, este señor, llegada la hora de educación física, dividía a la clase en cuatro equipos (4 equipos de 10) y nos ponía a jugar al fútbol y baloncesto de una manera un tanto peculiar:

Casualmente los equipos estaban formados de mejor a peor (es decir, salían 4 capitanes y elegían, siendo que en dos de los equipos estaban los «mejores» y en los otros dos, los «peores»). En esto quizás debió intervenir este maestro para intentar hacer los equipos más equilibrados, pero bueno, no lo hizo. No pasa nada, dejémoslo estar.

Donde se equivocó de veras, y mucho, fue a la hora de organizar los partidos: los dos equipos «buenos» siempre jugaban entre sí y los dos «malos» igual. Jamás nos mezcló. Nada de competición entre todos.

Era algo así como separarnos por nuestras capacidades deportivas. Bueno, «así como» no. Era separarnos por nuestras capacidades deportivas.

Finalmente, remataba la faena haciendo que los «buenos» jugasen siempre en el mejor campo mientras que los «malos » lo hiciesen en el peor, o que incluso tuviesen que apañar un partido de fútbol en una cancha de baloncesto.

Jamás cambió el sistema.

Visto desde la distancia de los años y la edad, cuando te das cuenta de las cosas que no ves de niño, el mensaje era claro: ni siendo niños somos iguales. Si no eres bueno en algo, te damos la peor parte del pastel y no tienes derecho a las mejores cosas de todo. En este caso se trababa «sólo» de habilidades deportivas, pero en cualquier otro momento podría haber sido por cualquier otra cosa: altos y bajos, rubios y morenos, guapos y feos…

La cuestión está en: ¿Quién determina quién es «bueno» en qué? A veces los baremos son injustos y las decisiones adoptadas conforme a ellos, también.

Siendo «bueno» pensaré que este maestro no tenía malicia y no se daba cuenta. Sin embargo, ya desde entonces nos estaba dando una seria lección de cómo es esta vida: LA IGUALDAD NO EXISTE, ES UNA FICCIÓN.

Lamentablemente, ésa no era la lección que debería habernos enseñado. Su labor era la opuesta. Habernos dado unos valores más fuertes, habernos unido como grupo, no separarnos. Sí, cuando creces la diferencia entre unos y otros en clase se hace más evidente. En sus manos estuvo haber hecho algo más.

Afortunadamente, no hay muchos maestros así (espero).

Finalmente, y como curiosidad: Sí, yo estaba en el grupo de los «malos». Nunca se me dieron muy bien los deportes.

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