FRANCOTIRADOR

Algo está cambiando.

Ya lo voy notando, sintiéndolo.

Del huracán, de la tormenta, del exceso, de la montaña rusa, del desequilibrado equilibrio que tenía sobre el alambre de mi vida día a día… de todo eso empieza a ir quedando poco.

Veo en mi camino un paisaje distinto, en el que el viento ha dejado de soplar fuerte y una suave brisa agita de forma casi imperceptible las hojas, y de esas hojas caen, sin prisa, con parsimonia, las últimas gotas que ha dejado la lluvia torrencial.

Estoy cambiando, estoy mutando.

Me estoy volviendo más tranquilo. Deseo tomarme mi vida con más calma. Lo veía venir. Últimamente he estado haciendo cosas que me han conducido a esto, y estoy tranquilo, a gusto. En paz.

Se van yendo los excesos, las juergas sin control y las noches de fin de semana sin dormir… pero no os preocupéis: se quedan la mala leche, la rabia (contenida y medida, eso sí), las ganas de llamar a las cosas por su nombre, el ser directo como una bala.

Sigo siendo guerrillero… pero de otra forma.

Antes prefería el barro del campo de batalla, el fragor de la lucha, el caos de los gritos a mi alrededor. Supongo que ahora elijo el papel de francotirador: es menos sucio… y espero que más efectivo.

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