Películas: PARÍS, TEXAS

Cuando emprendes el camino sin fin que es andar sin parar, sin rumbo fijo, sin destino, en el que se ha convertido tu penitencia, sólo puedes detenerte para hacer una cosa: reparar en la medida de lo posible el daño que causaste.

Los cuarenta minutos finales me recuerdan por qué me gusta el cine. Desgarrador, emocional. Abrirse el pecho y que sea tu corazón el que hable, no tu puta boca.

Comment (1)
isra
15 mayo, 2011

La tengo y aún no la he visto.
¡Habrá que hacerlo!

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