MÁS PAYASOS

¿Y si los payasos fuesen diabólicos? Unos perfectos hijos de puta que esconden sus muy malas pulgas y peores intenciones debajo de pinturas de colores y maquillaje. Unos monstruos que al abrir la boca te muestran una fila de dientes más propia de una sierra mecánica que de un ser humano.

Hay quien tiene fobia a los payasos, verdadero pánico. Uno de ellos, por ejemplo, Johnny Depp.

Me lo imagino de niño en un dormitorio con las paredes forradas de papel blanco aderezado con pequeñas figuras de esos geniales hombrecitos que te hacen reír en el circo. Todo muy normal, ¿no? Pero al caer la noche y al apagarse las luces, esas figuritas cobran vida y te miran malévolamente, y entonces escuchas una voz, al principio un susurro, que viene de debajo de la cama. Una voz que te llama por tu nombre y te pide que te asomes, que te va a enseñar cómo hacer animales con globos. Y tú no te asomas. Todo lo contrario: te tapas la cabeza con la manta y rezas como nunca has rezado para que llegue el día siguiente.

Las literatura ha dado alas a nuestra imaginación y nos ha mostrado una imagen bien definida de estas siniestras criaturas. El caso más recordado, «It» de Stephen King. También el cine y la televisión han colaborado en el grato trabajo de poblar con estos personajes las pesadillas de niños y no tan niños. Así. la versión en cine de «It» o la descacharrante «Killer clowns from outer space», con nave espacial en forma de carpa de circo incluida (visionado recomendado para los amigos de las idas de pelota).

Pero todo esto es pura ficción, porque como todo el mundo sabe, los payasos diabólicos sólo están en nuestra imaginación, nada más. ¿O tal vez no? Que se lo pregunten a las víctimas de John Wayne Gacy.

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